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La energía solar desempeña un papel importante en el futuro energético mundial. A continuación, te contamos qué es la energía solar fotovoltaica y para qué sirve.
La energía solar fotovoltaica, un recurso limpio y renovable, es el resultado de convertir la luz del sol en electricidad. La radiación del sol es utilizada para obtener el efecto fotoeléctrico. Con este efecto hay ciertos materiales capaces de absorber los fotones (las partículas lumínicas) y liberar electrones, así se genera una corriente eléctrica. Esta corriente puede consumirse directamente, almacenarse en baterías o adaptarse para ser incorporada a la red eléctrica.
Los paneles fotovoltaicos aceleraron su desarrollo en la década de los 50 y en la actualidad, se han convertido en una alternativa al empleo de combustibles fósiles.
Este recurso renovable, cuyo impacto medioambiental es mínimo, puesto que no produce residuos ni emite gases de efecto invernadero, no solo no contamina y se renueva, sino que también ayuda a generar riqueza y empleo local. Al estar disponible en prácticamente todo el planeta, contribuye a reducir las importaciones energéticas y a crear riqueza y empleo de forma local. Es por todo ello que la producción de electricidad mediante energía fotovoltaica y su uso de forma eficiente contribuyen al desarrollo sostenible.
En cuanto al tema económico, las renovables están en auge en cuanto a competitividad, puesto que las principales tecnologías renovables están reduciendo drásticamente sus costes, de forma que ya son plenamente competitivas con las convencionales, en un número creciente de emplazamientos.
En cuanto a las desventajas una de ellas es tienen un coste inicial de las instalaciones con paneles solares fotovoltaicos, aunque con las ayudas y subvenciones para placas solares que existen a nivel estatal, la cantidad se reduce. Otro factor que debemos tener en cuenta es que la capacidad de generar electricidad fluctúa a lo largo del día, durante las diferentes estaciones del año y según la localización geográfica del inmueble.
Las instalaciones solares fotovoltaicas pueden ser básicamente de dos tipos: instalaciones aisladas (orientadas fundamentalmente a aplicaciones de bombeo, señalización, comunicaciones y electrificación rural) y las instalaciones conectadas a red (orientadas a la venta de energía eléctrica y autoconsumo).
En los hogares, la fotovoltaica, es el tipo de energía solar más usada y permite llegar al autoconsumo eléctrico o al abaratamiento de los costes en las facturas de la luz. Las previsiones para el año 2030 son muy prometedoras, afirmando que se podría suministrar este tipo de energía a casi el 70% del mundo.
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